Nuestra biblioteca se llama Sala de Lectura Teresa Viruete, nuestra amiga y maestra que falleció hace ya, unos años…
A Teresa le gustaba contar historias divertidas y emocionantes. Nos leía a Gloria Fuertes con una gracia y salero peculiares. Y cuando le pedíamos que leyera a Miguel Hernández o a Neruda, era tal la dulzura y el empeño que un buen rato después, solo podíamos estar en silencio.
Con ella a la cabeza, cada final de trimestre, celebrábamos una fiesta…
Y así hemos seguido, siempre con la ilusión que nos traen las familias y los niños para quienes es todo un acontecimiento. Le decía a una amiga que esto es algo simbólico pero creo que es mucho más porque leemos por placer y nos contagiamos del bienestar que proporcionan las lecturas compartidas, en un desorden y alboroto muy grato.
El martes disfrutamos del relato que prepararon Marta y Miriam, unas bibliotecarias muy entregadas a esta labor tan servicial, que cuidan los detalles y que hacen de nuestra biblioteca un espacio entrañable y acogedor.
Hablamos de lo importante que es compartir lecturas, vivir y acompañar a nuestros hijos en las dificultades, teniendo presente que, a pesar de la proliferación de libros sobre emociones, los libros no solucionan los problemas, es la presencia y la relación directa en cada situación la que confiere posibles explicaciones al malestar o bienestar. La ficción ayuda, libera, te hace gozar de imágenes y de palabras.
Los niños pasan por un proceso desde las sensaciones agradables y desagradables del aquí y ahora, hasta que se logra un bagaje y constatan determinadas emociones a las que logran, a su vez, poner nombre.
Nuestra exposición sobre libros que tratan de emociones fue variada, interesante y muy hermosa, para adultos y para niños. Una invitación a la emocionante pasión que despiertan los buenos libros.